Susan Hopgood, presidenta de la Internacional de la Educación
“A pesar de las deplorables condiciones, seguimos apoyando a nuestro alumnado porque sabemos que nuestro trabajo es vital para millones de niñas y niños que se cuentan entre los más vulnerables del mundo. Pero no podemos hacerlo sin ayuda”. Aloyo Stella Oryang, docente refugiada.
En el corazón del campo de personas refugiadas de Palabek, en Uganda, la clase de Aloyo Stella resiste como un poderoso recordatorio de la perseverancia del profesorado a pesar de la omnipresente indiferencia y la falta de consideración. Aloyo Stella nació en Sudán del Sur y a los 13 años tuvo que buscar refugio en Uganda, escapando de un conflicto que cumplía una década. Ahora, su compromiso como docente refugiada simboliza la tenacidad del profesorado de todo el mundo. En el Día Mundial de las y los Docentes reflexionemos sobre su difícil día a día: la suya es una historia que saca a la luz las desigualdades raciales, económicas y estructurales a las que se enfrenta el personal educativo de todo el mundo.
Demasiado trabajo, un sueldo escaso, y muy poca valoración
La sobrecarga de trabajo, los bajos salarios y la falta de reconocimiento son la tónica general entre el personal docente. Están abandonando la profesión, pero no porque hayan perdido la vocación, sino debido a un entorno en el que apenas encuentran apoyo. El deterioro de las condiciones de trabajo, la congelación de los salarios, la sobrecarga de tareas y la sofocante burocracia están expulsando a las y los docentes de una profesión que les apasiona y que el mundo necesita. Dado que cada vez menos jóvenes ven en la docencia una carrera con futuro y que la UNESCO ha denunciado que faltan 69 millones de docentes para lograr la educación básica universal en 2030, la crisis resulta evidente.
El Barómetro Internacional de Salud y Bienestar del Personal Educativo de 2023 volvió a ponerlo de manifiesto. Los resultados de una encuesta en la que participaron más de 26 000 personas pertenecientes a la comunidad educativa, incluidos docentes, personal directivo y personal de apoyo, desvelan una creciente preocupación por la violencia en el lugar de trabajo, a la que se suman un apoyo médico y psicológico deficitario e importantes problemas de conciliación entre la vida profesional y la personal. Pero, incluso en este contexto, el informe deja patente la inquebrantable dedicación del profesorado: son muchos los y las docentes que volverían a escoger esta profesión si pudieran.
Ese firme compromiso contrasta radicalmente con el difícil entorno al que se enfrentan, que está contribuyendo a la alarmante escasez de docentes, al aumento de las renuncias y al declive de las nuevas vocaciones. Este panorama encuentra su origen en políticas neoliberales fallidas: la imposición de medidas de austeridad, la escasa financiación para el personal educativo y el avance de la privatización.
Para revertir esta tendencia es necesaria una acción política decidida: es imprescindible financiar la educación pública, invertir en docentes, garantizar sus derechos laborales y asegurarles unas condiciones de trabajo óptimas. La inversión en educación no es solo una cuestión económica, implica también respetar y valorar la experiencia pedagógica, además de implicar al profesorado en los procesos de toma de decisiones.
El año pasado, el secretario general de las Naciones Unidas señaló la falta de docentes, destacando las implicaciones negativas de esta situación para el futuro. La posterior creación del Grupo de Alto Nivel sobre la Profesión Docente de las Naciones Unidas es un paso prometedor. La Internacional de la Educación está ahí para garantizar que la voz del profesorado, como la de Stella, esté presente en ese grupo, guiando sus recomendaciones.
La Internacional de la Educación, que representa a 32 millones de educadores y educadoras, se alza como la voz colectiva del personal educativo. Somos un movimiento. No solo estamos subrayando un problema, estamos liderando el relato que lleva a las soluciones. Nuestra campaña mundial, ¡Por la pública! Creamos escuela, enfatiza la necesidad urgente de que los gobiernos financien íntegramente sus sistemas educativos e inviertan en la profesión docente.
Una llamada a la acción: hagan su parte
La voz de Aloyo Stella se oyó alto y claro cuando intervino en el foro de alto nivel La educación no puede esperar : «Me gustaría que pudierais estar en mi lugar, aunque solo fuera una hora. Así entenderíais de dónde vengo».
Su trayectoria, a pesar de ser muy personal, es representativa de una lucha más amplia. A pesar de las tensiones tribales, de la deficiente infraestructura y de la indiferencia del sistema, no se rinde. Su compromiso, que comparte con incontables docentes de todo el mundo, pone de relieve el poder transformador de la educación.
Pero su resistencia individual no debe hacernos olvidar los fallos sistémicos. Con motivo del Día Mundial de las y los Docentes, impliquémonos para lograr un cambio estructural, para que todas las Stellas, en todos los rincones del planeta, reciban los recursos, el respeto y el reconocimiento que merecen.
A la clase dirigente, a quienes moldean las políticas educativas: el futuro reside en el profesorado. Pónganse de su lado. Reclamemos una mayor financiación pública para la educación pública. Asegurémonos de que el personal educativo sea central en debates y decisiones. Haciendo eco de las palabras finales de Stella: «Yo estoy poniéndolo todo de mi parte. Hagan su parte.»